Lorena Cabnal 

Maya-xinka

Feminista comunitaria

Para la BBC Mundo en su publicación del 6 de julio del presente año, Costa Rica es el país más verde y feliz del mundo, según el Índice del Planeta Feliz. Percibo que una buena parte de la población costarricense lo cree y se sienten muy orgullosos de ser estrictamente muy amables como ambientalistas y con las personas.

Ante tal afirmación, escribo desde la indignación, porque indignarse es un acto personal que al hacerlo político, convoca a actuar desde la dimensión personal para invitar a que se colectivice. Actuar desde un posicionamiento cosmogónico como mujer indígena a partir de lo que siento como cuerpo cosmosintiente, y desde un posicionamiento político como feminista comunitaria ante las múltiples, sistemáticas y continuadas formas de opresión que pude sentir, escuchar y ver sobre los cuerpos y sobre la tierra de hermanas y hermanos en territorios indígenas en Costa Rica en los últimos días.

Siete días he caminado con algunos territorios como Térraba, me he reunido con hermanas Teribe Broran de la Asociación Mano de Tigre y con hermanos jóvenes y Mayores en resistencia en el campamento en Machomonte una finca en recuperación donde están revitalizando su organización comunitaria ancestral y la relación armoniosa con la tierra, cultivándola, cuidándola y volviendo a recuperar los sueños en comunidad.

Cartell Guate petit

De la misma manera me reuní con hermanas, hermanos y Mayores Bribris del Consejo de Ancianas y Ancianos; Iriria Jtecho Wakpa en Kabagra y así llegue a Salitre, donde me reuní en Cerbror con las mujeres del Clan Tuariwaq que en los últimos días han enfrentado la fuerza policial de un desalojo sistemático y violento, el hostigamiento de terratenientes y la estigmatización proveniente de algunos indígenas que están de alguna manera vinculados por trabajo u otras razones con los terratenientes.

A las formas de opresión machista y neoliberal que se ejerce sobre los cuerpos en la defensa del territorio tierra, y por lo tanto también son formas de violencia machista contra la naturaleza, le nombro violencia territorial.

Camine con los territorios, sin una agenda impuesta, camine con la invitación de hermanas y hermanos de territorios y porque mi corazón deseaba compartir, sentir, escuchar y acuerpar. Camine con la complicidad de amigas feministas que apuestan a la coherencia política de que sumirse feminista pasa por ser coherentes con que lo personal es político, por lo tanto se hace menester dejar el bienestar de la urbanidad, porque solo se hace camino al andar.

Nombro como acuerpamiento o acuerpar a la acción personal y colectiva de nuestros cuerpos indignados ante las injusticias que viven otros cuerpos. Que se auto convocan para proveerse de energía política para resistir y actuar contra las múltiples opresiones patriarcales, colonialistas, racista y capitalistas. El acuerpamiento genera energías afectivas y espirituales y rompe las fronteras y el tiempo impuesto. Nos provee cercanía, indignación colectiva pero también revitalización y nuevas fuerzas, para recuperar la alegría sin perder la indignación.

Sentir en el territorio indígena de Salitre, el recuerdo de lo que sentí cuando se impuso el estado de sitio en Xalapán[1], me hizo recordar los patrones de control de la movilidad por parte del estado guatemalteco a través de la fuerza pública policial y del ejercito; en el bus donde nos movilizábamos con un hermano boruca de Curre, la policía le hizo el alto, pregunto al chofer si toda la gente que movilizaba era de la región, el chofer nos vio a todos indígenas, dijo sí. Yo pensé hacerme la dormida y no hablar para pasar desapercibida, no fue necesario.

Dos radio patrullas, y policía motorizada eso nos encontramos en un tramo de cercanía no mayor de 500 metros, cerca de la casa donde se resguardan las compañeras. Una radio patrulla de control Administrativo apostada frente a la casa.

El 29 de agosto Grace Delgado junto con su familia se organizaron para la recuperación de un

terreno en Cerbror Salitre. El 6 de septiembre se opero por parte de la fuerza Publica el desalojo, el cual fue violento, fueron agredidas 6 mujeres, una de ellas en estado de gestación, una con golpes visibles en el rostro, todas afectadas emocional, física y espiritualmente. Un joven quien fue brutalmente golpeado, 9 niñas y niños el menor de 1 año y la mayor de 12 años fueron espectadores de cómo sus madres sufrieron la violencia en el desalojo. Un compañero adulto que fue herido con machete.

Hacinadas todas y todos en una sola vivienda, se sienten controladas y vigiladas, se sienten a veces frustradas con las instituciones del estado porque la mediación la sienten a favor de los terratenientes, porque alguno de ellos son miembros de la fuerza policial. Cansadas de esperar que el estado asuma la responsabilidad del seguimiento de la problemática de tierras y que cumpla con lo establecido en relación de las Medidas Cautelares dictadas por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos CIDH.

Las niñas y los niños lloran, están nerviosos, no están durmiendo bien, y tampoco están asistiendo a la escuela.

En el caso de la compañera Otilia Calderón, madre de las cinco compañeras agredidas, cuenta que es la segunda ocasión que le sucede, la primera vez, fue en el mes de junio del 2014. Ahora sucedía el 31 de agosto entre las 6 y 7 de la noche, la misma noche aproximadamente a las 9, era incendiada la vivienda de Wilber torres, y en la madrugada del 1 de septiembre era incendiada la casa de la compañera Floribet Morales Figueroa, conviviente de Julio Delgado, papá de Grace, quién sufrió una herida en la mano realizada con machete.

Escribo porque siento la indignación en la piel, dentro y fuera, porque viviendo las experiencias que ha marcado en nuestras vidas la criminalización y judicialización en Guatemala por defender el territorio cuerpo y el territorio tierra, hoy con mucha preocupación veo como el patrón es el mismo en este país. El día 8 de septiembre la fuerza policial llevo dos notificaciones de denuncias a la casa. El día 9, llevaría otras 5, en total 7 citaciones para ventilar la denuncia interpuesta por Hannia Torres Figueroa por palabras obscenas y amenazas personales que las compañeras recuperadoras le habían proferido. Debían comparecer en el término de 24 horas. Ellas asistieron al juzgado de Contravencional y de Menor cuantía en Buenos Aires. Lo que comentan tiene que ver con la expresión de la violencia institucional; no son tratadas con dignidad, las hacen esperar demasiado, las prejuzgan y sienten que el acceso a la justicia es parcial.

Con mucha preocupación veo como los patrones de estigmatización, riesgos, ataques, amenazas y la judicialización son tan idénticos a lo que vivimos en un contexto complejo como Guatemala. Vincular a procesos paralelos de denuncias de cualquier tipo, implica desgaste emocional, económico y de tiempo que las mujeres tienen que afrontar. Con ello lo que se busca es desestabilizarlas aun más. Sin contar con una abogada, empiezo a vislumbrar un reto para las y los abogados del movimiento social en este país, a fin de ir configurando la experiencia de otros países con problemáticas similares en relación de la defensa de Defensoras y Defensores de derechos Humanos, pues esa categoría es con la que se dialoga en términos de asumir la defensa de las mujeres y hombres que defienden los bienes colectivos de los pueblos indígenas.

El delito de las hermanas y hermanos originarios en Costa Rica, es el mismo que aplica en pueblos originarios en Guatemala; la defensa de un territorio tierra, porque es el espacio vital para que se recree la vida comunitaria como forma de su organización social, política, económica, espiritual y simbólica.

En esa disputa por el territorio tierra dentro de un contexto neoliberal y de usurpación sistemática y legitimada en la estructura de legalidad de este estado nación colonial costarricense, se refuncionalizan las opresiones sobre los cuerpos y sobre los territorios indígenas, porque se imponen los mecanismos de dialogo en el conflicto, la institucionalidad ejerce fuerza y control territorial.

El acceso a la justicia es parcial, este estado no reconoce la pluralidad jurídica de los pueblos originarios y su modelo de organización como sociedades indígenas en relación de su vida colectiva y del territorio donde conviven, menos se acerca a la comprensión que toda la vida originaria esta eminentemente relacionada con la tierra como elemento vital de su cosmogonía.

Abya Yala; la tierra grande y libre, el territorio ancestral donde milenariamente han convivido nuestras ancestras y ancestros, es la tierra donde la colonización castellana nombro como continente americano o Latinoamérica, ese mismo territorio sigue en disputa por el patriarcado neoliberal del estado, empresarios, terratenientes y transnacionales, es un territorio donde se resiste la vida plural de los pueblos ante el mercantilismo de la naturaleza, es el lugar donde es posible recrear la vida desde otra propuesta, una propuesta de vida que convoca a interpelarnos, desde dónde hacemos el acuerpamiento, desde dónde nos situamos para indignarnos y para actuar en comunidad.

Los pueblos indígenas defendemos la vida, porque concebimos que tenemos corresponsabilidad en proveer la energía vital en la Red de la Vida. Defendemos el agua que se bebe en la ciudad, aportamos en la reciprocidad para la vida.

Saludo la resistencia y la valentía de hermanas y hermanos originarios en estas tierras, porque su lucha es mi lucha, porque vale la pena continuar para generar un espacio emancipado para las nuevas generaciones.

Desde el lugar de indignación que sienta cada cual, este sentir escrito es una invitación para acuerpar las diferentes acciones que las diferentes formas de organización territorial originaria, feminista, académicas y del movimiento social en su pluralidad, estén convocando para actuar, contra la farsa neoliberal que Costa Rica es el país más feliz del mundo por su verde bienestar, pues no es cierto, la usurpación del territorio ancestral está haciendo llorar a muchas niñas y niñosoriginarios en Abya Yala, está mercantilizando la naturaleza y está atentando contra la vida.

En el mes de la conmemoración de las mujeres indígenas, 5 de septiembre Día Internacional de la Mujer Indígena

San Jose Costa Rica 11 de setiembre de 2015

[1] El estado de sitio se impuso en la comunidad indígena de Santa María Xalapán el 1 de mayo de 2013, con un despliego de más de 8,000 soldados, radio patrullas de la policía nacional civil y fuerzas combinadas, levantando tres destacamentos militares para el control territorial mediante la fuerza pública, ante la resistencia contra minería del pueblo xinka en la montaña.